La toma de La Habana por los ingleses y su retorno al dominio español (II)

Toma de La Habana por los ingleses

La presencia de una poderosa escuadra inglesa frente a La Habana el 6 de junio de 1762 sorprendió a las autoridades españolas, a pesar de que en el puerto había anclados 14 buques de guerra que representaban la quinta parte de las fuerzas navales de España.
Al acercarse la escuadra inglesa, el gobernador español de la Isla, Juan del Prado Portocarrero, reforzó de inmediato la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña, envió tropas a Cojimar y puso en pie de guerra a todos los pobladores. Pero, cometió un error que le costaría luego ser juzgado en una corte militar al, en lugar de sacar de la bahía los buques de guerra para enfrentar combate a la armada inglesa, cerrar la entrada del puerto con cadenas y hundir tres embarcaciones para bloquear su entrada y salida.
La toma de La Habana por los ingleses, ocurrió en agosto de 1762, durante la denominada Guerra de los Siete Años que enfrento a las fuerzas inglesas y sus aliados contra las hispánicas debido a la alianza entre el Reino de España y Francia, enemigo tradicional de Inglaterra.
La armada británica estaba al mando del almirante George Pocock, y estaba formada por 27 navíos de línea, 15 fragatas, tres bombardas, que montaban 2,292 piezas de artillería, y 150 transportes, con un total de 22,326 hombres, y aún habían de agregarse 4,000 procedentes de Nueva York y Charlestown.
Uno de esos nuevos refuerzos era un joven con grado de capitán que respondía al nombre de George Washington, quien más tarde sería uno de los líderes del movimiento independentista de las Trece Colonias y Presidente de los Estados Unidos.
A la llegada de los británicos la tropa regular que guarnecía a la plaza, contando a todos los marinos y la infantería de la escuadra naval, estaba compuesta por unos 2,800 soldados, y poco más de 5,000 hombres de las compañías de milicias y paisanos voluntarios.
Al enterarse varios oficiales hispanos y políticos criollos que las fuerzas inglesas habían desembarcado por una playa cercana a sus comarcas comienzan a preparar partidas de milicianos para enfrentar al invasor. Uno de los milicianos que se hizo famoso por su valentía frente a la ocupación británica fue el Alcalde Mayor de Guanabacoa José Antonio Gómez, más conocido como Pepe Antonio, quien un día después del desembarco, organizó una partida de 70 hombres, para enfrentar a los invasores. Este enfrentamiento se convirtió en la primera carga al machete realizada en tierras cubanas, un siglo antes de que esta acción se hiciese famosa en las manos de Máximo Gómez y Antonio Maceo. Desde ese día y entre el 13 de junio sostuvo varios combates contra los invasores, a quienes tomó más de medio centenar de prisioneros.
Finalmente, el 12 de agosto los defensores españoles firman la capitulación de la ciudad ante los ocupantes británicos, poniendo fin al sitio que, en palabras de Eusebio Leal Spengler, Historiador de La Habana, “fueron dos meses de resistencia, con escasez de agua, con fuego sobre la ciudad, con organización popular, en defensa de un suelo donde ya la criollez florecía y donde todavía el concepto de Patria abarcaba no solamente nuestra Isla y nuestro archipiélago, sino la patria española que era también en ese momento, la nuestra”.
Se calcula que sobre la urbe y sus defensas cayeron hasta 3,070 bombas y granadas y perdieron la vida miles de personas, entre los defensores y la población civil.
La Toma de La Habana fue una jugosa victoria para las fuerzas británicas. En ella le destruyeron a España una escuadra entera. Significó la pérdida de un puerto que dominaba el camino hacia el Golfo de México y un extenso territorio. Además, los ingleses conquistaron una inmensa cantidad de artillería, armas portátiles, municiones, pertrechos, más de tres millones de libras esterlinas en plata, tabaco y otras mercancías contenidas en los almacenes de la Habana.
Una vez instaurado el gobierno inglés en La Habana el descontento popular se demostró de muchas maneras. Los ocupantes se instalaron en las casas abandonadas por familias criollas que huían del conflicto, mientras otros obligaron a las familias que se quedaron en la ciudad a abandonar sus casas o compartirla con las tropas, tomaron los hospitales y saquearon iglesias.
En burla a los militares ingleses, o casacas rojas, los cubanos les decían los mameyes por el color rojizo de su uniforme. Así, cuando se daba el toque de queda al caer la tarde, o cuando los ingleses irrumpían en cualquier lugar, se decía que “llegó la hora de los mameyes”, una expresión que ha perdurado hasta la actualidad sin que muchos cubanos conozcan su procedencia.
Durante la ocupación inglesa la situación de los esclavos empeoró, pues éstos exigieron en la capitulación que les fueran entregados todos los esclavos del rey y aumentaron la trata con 10,700 esclavos africanos importados. Algunos habaneros apresaron negros libres y los vendieron después a particulares.
Sir Georges Keppel gobernó La Habana durante 11 meses, hasta mediados de 1763, cuando los británicos la devolvieron a los españoles a cambio de La Florida. A este período se remontan la libertad de comercio y la de culto, en éste aspecto destaca el inicio de la masonería, fraternidad introducida por los soldados británicos.
A pesar de los firmes intentos de la metrópoli hispana por erradicarla, estas ideas tomaron fuerza entre los criollos cubanos y al iniciase las guerras por la independencia de Cuba en la segunda mitad del siglo XIX donde muchos de los jefes insurgentes eran masones.
Aunque la villa volvió a ser española, las cosas nunca serían iguales, desde el 6 de julio de 1763, amanecía una nueva Habana hispánica, con más autonomía que antes y una fuerte emigración ibérica.

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